Soy una persona afortunada.
De eso no me cabe duda. Jamás imaginé que mi primera maratón pudiera ser una experiencia
tan buena. Eso no quiere decir que la vaya a repetir, porque ahora mismo no me
inscribo ni en una carrera de mi casa a la esquina, ni tampoco que la terminara
fresco y sin sufrimiento; significa que fue lo mejor que pudo ir. Jamás en
ningún entrenamiento había estado mucho más de 12-15km sin dolores en los
gemelos… ayer no aparecieron. Jamás había estado mucho más de 20km sin dolores
fuertes en los abductores con mi lesión “heredada” del Basket…ayer llegaron en
el km 34. Ayer todo lo malo no pasó, o pasó más tarde de lo que habitualmente
me pasa. El estómago me respetó el consumo de geles, y muchas veces entrenando
me molesta un poco…etc, etc… por eso digo que soy muy afortunado.
Hace seis meses pensé que
era un buen momento para lanzarme al reto de la maratón, después de haber hecho
algunas medias maratones el año anterior…sufriendo bastante, la verdad. He
entrenado feliz y animado, con bastante fidelidad al plan que me marqué para
estar en los tiempos humildes en los que yo me podía mover, y sobre todo, para
llegar al final de la maratón repitiendo una sonrisa que hubiera sacado durante
el camino en repetidas ocasiones. Creo que he sido razonablemente fiel a ese
compromiso, salvo con las lógicas enfermedades donde tuve que parar. Esto para
alguien que trabaja viajando aún unos 80 días al año, cambiando de zona
horaria, y con el invierno en medio (no sólo el de Sevilla o Málaga… también el
de Chicago, Lisboa, Barcelona…) creo que habla de mi compromiso personal y de
la gente que me rodea, que siempre, siempre me ha ayudado a cumplir ese
compromiso.
Esta entrada espero que no
quede como algo egocéntrico o que transmita la sensación de comunicar una
hazaña, pues nada más lejos de la realidad. Pretende sobre todo tres cosas:
1.- Dar Gracias!!
2.- Felicitar a mis dos
acompañantes ese día, mi gran amigo Manolo y el fenómeno de Pablo, que hicieron
una maratón extraordinaria, más de media hora mejor que la mía. Son dos cracks
que me ayudan a pensar lo normal que soy yo. Sin personas como ellos cerca, yo
sería un poco más tonto.
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Con Pablo a la izquierda y Manolo a la derecha. Dos gacelas en la maratón |
3.- Ratificar algo que llevo
mucho tiempo diciendo a todos con los que hablo de este tema: que si yo puedo…
#cualquierapuedehacerlo!
A 50m... sintiendo la felicidad... |
Como decía, no soy más que
un tipo normal. Sí, tal vez un poco afortunado. Mi suerte es estar llevando una vida normal
que me llena de alegría. Pasando por vivencias que me hacen feliz. Conociendo a
personas que me obligan a preguntarme ¿Qué habré hecho yo para tener a mí
alrededor esta gente tan maravillosa? Una vida normal que a mí me parece espectacular.
Nunca imaginé (bueno sí, aunque me cuesta decirlo) que en mi vida todo iría tan
bien.
Sólo os dejo aquí la
sensación…pisar la pista del estadio, saber que te quedan 300m y que la meta
está allí… tras 42km y casi cuatro horas de esfuerzo constante, creciente.
Hablas con los que tienes alrededor. No los conoces de nada, pero les animas.
Les recuerdas que disfruten.. que busquen sensaciones mirando hacia dentro. NO
es momento de sufrir, ahora hay que disfrutar… pensar en las personas que te
quieren, las dificultades de la vida que acaban superándose, las piernas que te
llevan donde tu cabeza quiera… los vellos de punta y la energía explotando en
tu corazón y llenando tu cuerpo a golpe de escalofríos… Quizá es que esto se
parece tanto a la vida, condensada en una mañana, que cuando pasas la meta sientes como si con
la toalla que te ponen se impregnara tu piel de un tatuaje invisible cargado de
buenos consejos y de buenas razones para seguir adelante cada día haciendo lo
necesario para que todo lo bueno suceda.
Feliz... cualquiera puede hacerlo! |