martes, 5 de marzo de 2013

... la mariposa amarilla

Revolución interior, deseo desbordado
paciencia ansiosa de romper con el pasado
noches en vela destripando sueños
anhelando mañanas donde comerlos.

Se esfuerza la oruga en la rama pálida
lucha por ganarle a la muerte la crisálida
Un rayo de luz deshace el duelo
y una mariposa se lanza en vuelo.

Un barco rompiendo las olas
atrapado entre el viento y la tempestad
en el fondo susurran las caracolas
mientras Neptuno gobierna cual majestad
El timón está firme, las manos apretadas
pero es inútil virar, vidas atrapadas.
La muerte de ahora no siempre es eterna,
es sólo un descanso del marinero en tierra.

No encuentro consuelo ante tanto desprecio
dados por los que confunden valor y precio
el camino precede a la gran maravilla
me podrás conocer por la mariposa amarilla.


PD: Dedicada a mi amiga Mar, una poeta que fue capaz de explicarme su estrategia de creatividad poética, y al coaching, por enseñarme a aprender.

sábado, 10 de noviembre de 2012

...Suspiro

Porque todo tiene su lugar hoy respiro y me dejo llevar. Fluye la melodía de suaves acordes en mi mente, tomando un pincel imaginario que traza gruesas líneas de textura desigual. Firmes y marcados esbozos de nada comparado con la realidad. Música escondida tras el quicio de la intuición, sabes que está ahí pero no sólo no la ves... tampoco la oyes, pero sí; sabes que está.

Llega la armonía a inundar tu propio ritmo, lo hace bajar, sosegarse, se templa con el diapasón de la tranquilidad. Esa que vives cuando vuelves a casa, dejas la maleta en el suelo, y te sientas en el sofá. Esa que te llega cuando aquella persona te llama diciendo que está bien. Esa que acompaña el beso de una madre tras semanas si poder compartir risas contigo. Sosiego, paz interior, felicidad.

Y parecerá extraño, difícil, increíble; pero todo comienza con una respiración. Aire imperceptible que llena tus pulmones en la cantidad necesaria, con la velocidad que tu vida, tus acciones, tu pasado, aprendió a calibrar. Esa velocidad que no duele, pero se hace notar.
Respiro una vez más, ya consciente de que ella me llevó hasta allí, y que ahora, sólo queda disfrutar. Mareas de sensaciones llegan a la orilla de mi corazón, lo acarician suavemente, y se vuelven atrás. Cabalgan de nuevo, esas olas caprichosas, contándole a sus amigas que rozaron una orilla cálida, firme, honesta que se deja dar cariño... tanto como lo da. Y las olas miran al cielo suplicando una ventisca que les haga llegar antes, adelantando a las que van primero, para poderlo saludar. El cielo está sonriendo, despistado, a una nube juguetona que hacía cosquillas a la luna... una carcajada suya provocó cierta corriente y las olas se afanaron en exprimir el silbido como si fuera la vida lo que se escapaba por él. Tocaban orilla y volvían, una vez tras otra, replicando a una brisa que no era nunca tal, sino sólo el suspiro de un joven que, de nuevo, en los brazos de una diosa, atracaba su velero y salía a pasear.

martes, 10 de julio de 2012

... el canto a la revolución

El sol cuece el verde de las rejas de mi ventana. La pintura, fiel compañera del acero en todos estos años, ahora se resiste a licuarse y deslizarse por la pantorrilla del barrote. Utiliza el sol para hacerse más rígida...y también más frágil. Cambia su plasticidad por una capa delgada y crujiente, confiando en que ningún pájaro despistado ni ningún humano travieso decida desahuciarla de su morada.
A lo lejos, una visión desenfocada por el fuego de la tierra. Un aliento incendiario de surcos de piedra, tiempo atrás frondoso jardín. El verano llegó a todos, aunque aquí siempre llega antes. Nos avisa de lo que viene para que seamos embajadores, para que vayamos diciendo al resto que se vayan preparando. Siempre ha sido así, y esperemos que siga siéndolo. El código de barras de la persiana da una tregua con su sombra, pero deja entrar un aire cálido y seco, que juega con el ventilador y caldea tu piel rosada mientras parece que sonríe.
Oigo el cantar del gorrión. De ese gorrión que me saluda cada mañana desde el pico de mi balcón. Ese que me mira en las horas frescas mientras come pacientemente, y que desaparece en las calurosas como aquellos amigos falsos en tiempos de problemas. Hoy, a pesar del infierno con el que el sol nos somete, ha decidido cantar. La libertad de la naturaleza frente a los elementos, de esa individualidad frente a la unidad que somos todos. Arriesga en el empeño, pues las fuerzas a esta hora no le deben acompañar. Su canto refresca mi tarde mientras templa mi corazón. Espero que mañana mi viejo amigo me visite y me cuente con su mirada a que se debió este canto a la revolución.

miércoles, 20 de junio de 2012

...No es envidia

Sí, ya sé que todos te dicen que es envidia, pero yo no estoy de acuerdo. Es muy fácil contestar eso para no enfrentarse a ti. ¿Qué quieres que te digan? Tú, con esa arrogancia creciente, vas y les dices: "últimamente hay conocidos que critican lo que hago, luego se enfadan porque yo les suelto algún improperio, y acaban dejándome de lado". ¿Realmente esperas una respuesta sincera? ¿Eres tú el que pregunta, o tu culpabilidad y aturdimiento? ¿O quizá tu ego? Te supongo más inteligente que todo eso, pero por esa misma razón, tengo que decirte que no, por mucho que te digan los demás, los que te abandonan no lo hacen por envidia. Lo hacen porque te has vuelto una persona insoportable, una caricatura de quién soñabas ser, un reflejo en un cristal roto de quién yo pensaba que llegarías a ser. Es el momento, tú momento. No el momento de ese ogro de dos metros que cubre todo tu ser con una carcasa metálica, ese que solo te dejó un leve resquicio por donde expulsar veneno; sin el momento de esa persona que un día perdió su identidad.
No me digas que eres tú, que realmente eres tú, no es momento de reír, y a mí es lo único que me queda cuando me dices que estoy equivocado. A mi me da igual estar equivocado. No, en realidad, me encantaría estarlo, porque no me juego nada en ello...ni siquiera tu amistad. Nunca fue mía, sólo la tenía prestada, y puedes llevártela cuando quieras. Es más, hace mucho que no es amistad, sino una limosna de nuevo rico. Esa te la quedas. No se van por envidia. Huyen porque no hay quien te aguante. Pero yo no me voy, yo me quedo para recordártelo.

fotografía de taringa.net

miércoles, 13 de junio de 2012

... Vida sin recompensa II

... Continuación de ... vida sin recompensa

El salón a la mañana siguiente era el vivo retrato de la desolación. La luz se empeñaba en colarse por los resquicios de la persiana y dibujaba unos barrotes brillantes sobre su cara. En ese momento, con la lengua pegada al paladar, el estómago ardiendo por la úlcera de fumador (de fumador pobre, entíéndase) y la ropa del día anterior aún pegada a su cuerpo por efecto del sudor, habría preferido barrotes auténticos en pleno Alcatraz antes de sentir el resplandor y ese calor atravesando sus párpados.
Pero tenía que levantarse, el sofá nunca ha sido el lugar de descanso de un hombre respetable y aunque él no lo era, nadie más tendría qué saberlo. Johanna, la única belleza asiática al alcance de su bolsillo, vendría en breve para tratar de poner orden en aquella pocilga mal llamada hogar. Si, era la empleada del hogar. Otras bellezas asiáticas habían pasado por allí cuando la destrucción se instaló en el fondo de su alma, cuando la fe en el amor se fue arrastrando tras un tacón rojo de diez centímetros, cuando el sexo parecía una buena alternativa hasta el preciso instante en que se terminaba...y volvía la realidad. Otros tiempos y, como antes mencionaba, otro bolsillo para pagarlo.
Tuvo el tiempo justo para entrar y salir del baño cuando la cerradura de la puerta le avisó de su llegada. Johanna mostró esa sonrisa madura de alguien cuya vida no ha tenido reparos en maltratar sus facciones, pero que aún conserva esa belleza felina reflejada en unos ojos brillantes y una boca que parecía perfilada por el mismísimo Miguel Ángel. Se acercó, le saludó, y le dejó sobre la mesita de su izquierda una carta cerrada sin sello ni remitente. Hugo al principió ni la miró, más preocupado por ocultar una cama sin deshacer ante la media sonrisa de ella, pero luego no tuvo más remedio que agarrarla y entender que una etapa más de aquella pesadilla llamaba a su puerta para hacerle más jodida aquella mañana de resaca.
"Tu tiempo se acaba. No olvidamos"
Ahora es cuando realmente se dio cuenta de lo que dolía su úlcera de estómago.