lunes, 20 de febrero de 2012

... ayer corrí mi primera maratón


Soy una persona afortunada. De eso no me cabe duda. Jamás imaginé que mi primera maratón pudiera ser una experiencia tan buena. Eso no quiere decir que la vaya a repetir, porque ahora mismo no me inscribo ni en una carrera de mi casa a la esquina, ni tampoco que la terminara fresco y sin sufrimiento; significa que fue lo mejor que pudo ir. Jamás en ningún entrenamiento había estado mucho más de 12-15km sin dolores en los gemelos… ayer no aparecieron. Jamás había estado mucho más de 20km sin dolores fuertes en los abductores con mi lesión “heredada” del Basket…ayer llegaron en el km 34. Ayer todo lo malo no pasó, o pasó más tarde de lo que habitualmente me pasa. El estómago me respetó el consumo de geles, y muchas veces entrenando me molesta un poco…etc, etc… por eso digo que soy muy afortunado.

Hace seis meses pensé que era un buen momento para lanzarme al reto de la maratón, después de haber hecho algunas medias maratones el año anterior…sufriendo bastante, la verdad. He entrenado feliz y animado, con bastante fidelidad al plan que me marqué para estar en los tiempos humildes en los que yo me podía mover, y sobre todo, para llegar al final de la maratón repitiendo una sonrisa que hubiera sacado durante el camino en repetidas ocasiones. Creo que he sido razonablemente fiel a ese compromiso, salvo con las lógicas enfermedades donde tuve que parar. Esto para alguien que trabaja viajando aún unos 80 días al año, cambiando de zona horaria, y con el invierno en medio (no sólo el de Sevilla o Málaga… también el de Chicago, Lisboa, Barcelona…) creo que habla de mi compromiso personal y de la gente que me rodea, que siempre, siempre me ha ayudado a cumplir ese compromiso.

Esta entrada espero que no quede como algo egocéntrico o que transmita la sensación de comunicar una hazaña, pues nada más lejos de la realidad. Pretende sobre todo tres cosas:
1.- Dar Gracias!!

2.- Felicitar a mis dos acompañantes ese día, mi gran amigo Manolo y el fenómeno de Pablo, que hicieron una maratón extraordinaria, más de media hora mejor que la mía. Son dos cracks que me ayudan a pensar lo normal que soy yo. Sin personas como ellos cerca, yo sería un poco más tonto.
Con Pablo a la izquierda y Manolo a la derecha. Dos gacelas en la maratón
3.- Ratificar algo que llevo mucho tiempo diciendo a todos con los que hablo de este tema: que si yo puedo… #cualquierapuedehacerlo!
A 50m... sintiendo la felicidad...





Como decía, no soy más que un tipo normal. Sí, tal vez un poco afortunado.  Mi suerte es estar llevando una vida normal que me llena de alegría. Pasando por vivencias que me hacen feliz. Conociendo a personas que me obligan a preguntarme ¿Qué habré hecho yo para tener a mí alrededor esta gente tan maravillosa? Una vida normal que a mí me parece espectacular. Nunca imaginé (bueno sí, aunque me cuesta decirlo) que en mi vida todo iría tan bien.

Sólo os dejo aquí la sensación…pisar la pista del estadio, saber que te quedan 300m y que la meta está allí… tras 42km y casi cuatro horas de esfuerzo constante, creciente. Hablas con los que tienes alrededor. No los conoces de nada, pero les animas. Les recuerdas que disfruten.. que busquen sensaciones mirando hacia dentro. NO es momento de sufrir, ahora hay que disfrutar… pensar en las personas que te quieren, las dificultades de la vida que acaban superándose, las piernas que te llevan donde tu cabeza quiera… los vellos de punta y la energía explotando en tu corazón y llenando tu cuerpo a golpe de escalofríos… Quizá es que esto se parece tanto a la vida, condensada en una mañana,  que cuando pasas la meta sientes como si con la toalla que te ponen se impregnara tu piel de un tatuaje invisible cargado de buenos consejos y de buenas razones para seguir adelante cada día haciendo lo necesario para que todo lo bueno suceda.

Feliz... cualquiera puede hacerlo!




sábado, 4 de febrero de 2012

... surcando los cielos.

Un rugido... y estás en el aire. Flotas, te suspendes, el cielo queda tus pies. La vida al revés. Los pájaros miran hacia arriba tratando de asimilar lo poco natural de su visión. Las nubes recogen sus enaguas para no entorpecer tu camino airoso,potente,decidido. Otras tratan de ocultar a las nubes más jóvenes como esperando sacrificarse por ellas ante tanta polución.
Mientras tanto, el tiempo se detiene y no parece tener ganas de avanzar. Los momentos se hacen eternos y llega a parecer que el encierro dura horas y más horas...hasta que reaccionas y ves que es verdad. Te das cuenta de que ese vuelo que parece un momento puntual entre dos estados, una mera transición, es todo lo contrario. Se convierte en una brecha en el tiempo que te atrapa y te hace pensar. Mucho. Puedes imaginar por qué las aves pueden sentirse amenazadas por la supremacía de los cielos frente a un tubo de hierro cargado de esclavos. Ahora esos esclavos ya no son golpeados, ya no malviven, ya no exprimen sus vidas por un trozo de pan y el único objetivo de pasar vivos un día más. Ahora es el miedo a bajar un estatus de vida el que, con singular sencillez, los hace separarse de su familia, viajar durante horas apretados unos contra otros. Mientras, los que promueven ese miedo, los que han promovido primero cual es la clase social a la que se supone que debes llegar, se quedan en casa recibiendo los beneficios de este juego singular.
Más irónico es aún conocer que algunos de ellos han descubierto el juego, saben que pueden escapar de él cuando quieran, pero esas alambradas invisibles les impiden dar siquiera un paso en la dirección adecuada.
Mientras, el águila, la gaviota, el gavilán, apartan sus ojos de ese infernal aparato metálico. Miran a sus crías y les piden que oculten sus cabezas en el nido para que sus oídos no queden dañados para siempre ni su incipiente plumaje se impregne de los desechos de la combustión. Ellas les miran, sin entender nada. Sus padres tampoco. No acabaron de ver el momento en que esa especie nacida como todas las demás tomó conciencia de que la vida no es un paseo maravilloso por el que discurrir, impregnando de amor y de vida, sino una carrera contra todos donde la ambición y el egoísmo llega incluso a superar los límites de tu propia familia, de tu propia sangre. Afortunadamente, el día que ese veneno se esparció en la tierra, ellas andaban surcando los cielos.