miércoles, 18 de abril de 2012

...sin avisar

Fue hacia la puerta en pijama casi de forma automática al sonido del timbre, como aquellos perros de Paulov salivando en una esquina por el mero sonido de una campañilla, sin nada que echarse aun a la boca. "A esta hora será el cartero". Fue lo único que podría recordar después, mas allá de un puñado de inconexas percepciones. Un zumbido intenso que le rompía el alma cuando la puerta saltaba por los aires, un dolor descomunal que casi de inmediato desapareció para no sentir nada...aunque se mantuviera la conciencia de un terrible daño, posiblemente mortal,  aún presente en su cuerpo. Un aire irrespirable lleno de polvo, barniz y muchas virutas de madera. Un sombra y una tenue visión de una figura negra encapuchada. Unas botas destrozando los últimos resquicios de la puerta. El olor de la sangre que salía de su propia nariz. "No entiendo nada" le decía su mente a ese cuerpo maltrecho, pero en el fondo sí que entendía. En lo más profundo sabía exactamente lo que estaba ocurriendo. Aquello que su subconsciente imaginó tantas veces y lanzó al exterior, y su mente consciente capturó antes de que supusiera un problema para la razón. Hoy el día había llegado. Ellos también. Como se les esperaba...sin avisar.

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