miércoles, 13 de junio de 2012

... Vida sin recompensa II

... Continuación de ... vida sin recompensa

El salón a la mañana siguiente era el vivo retrato de la desolación. La luz se empeñaba en colarse por los resquicios de la persiana y dibujaba unos barrotes brillantes sobre su cara. En ese momento, con la lengua pegada al paladar, el estómago ardiendo por la úlcera de fumador (de fumador pobre, entíéndase) y la ropa del día anterior aún pegada a su cuerpo por efecto del sudor, habría preferido barrotes auténticos en pleno Alcatraz antes de sentir el resplandor y ese calor atravesando sus párpados.
Pero tenía que levantarse, el sofá nunca ha sido el lugar de descanso de un hombre respetable y aunque él no lo era, nadie más tendría qué saberlo. Johanna, la única belleza asiática al alcance de su bolsillo, vendría en breve para tratar de poner orden en aquella pocilga mal llamada hogar. Si, era la empleada del hogar. Otras bellezas asiáticas habían pasado por allí cuando la destrucción se instaló en el fondo de su alma, cuando la fe en el amor se fue arrastrando tras un tacón rojo de diez centímetros, cuando el sexo parecía una buena alternativa hasta el preciso instante en que se terminaba...y volvía la realidad. Otros tiempos y, como antes mencionaba, otro bolsillo para pagarlo.
Tuvo el tiempo justo para entrar y salir del baño cuando la cerradura de la puerta le avisó de su llegada. Johanna mostró esa sonrisa madura de alguien cuya vida no ha tenido reparos en maltratar sus facciones, pero que aún conserva esa belleza felina reflejada en unos ojos brillantes y una boca que parecía perfilada por el mismísimo Miguel Ángel. Se acercó, le saludó, y le dejó sobre la mesita de su izquierda una carta cerrada sin sello ni remitente. Hugo al principió ni la miró, más preocupado por ocultar una cama sin deshacer ante la media sonrisa de ella, pero luego no tuvo más remedio que agarrarla y entender que una etapa más de aquella pesadilla llamaba a su puerta para hacerle más jodida aquella mañana de resaca.
"Tu tiempo se acaba. No olvidamos"
Ahora es cuando realmente se dio cuenta de lo que dolía su úlcera de estómago.

No hay comentarios:

Publicar un comentario