Esperar
es ingrato. Uno se queda ahí, a las puertas de algo que tiene previsto hacer, y
el momento no llega. Buscamos alternativas para que ese tiempo pase sin que nos
demos cuenta, lo más rápido posible. Una revista, un vistazo al móvil, o darle
dos vueltas más a aquel asunto que ya nos iba apareciendo en nuestros
pensamientos cuando aún veníamos de camino. ¿Qué tiene ese rato que lo hace tan
inútil? ¿Lo es por inesperado, por aparecer justo cuando menos apetece, por no
avisar y sorprendernos sin nada previsto para llenar el vacío...?
Y
si ese fuera el momento. Ese momento que esperábamos para tener nuestra gran
idea. Ese espacio de tiempo donde dejar la mente en blanco y conectar con ese
pobre cuerpo que nos acompaña siempre, a pesar de nuestra indiferencia. Esa
oportunidad de conocer a las personas, a esas personas anónimas que por el
simple hecho de llamarse así ya no merecen mucha más atención. Y si fuera el
momento que el destino nos ha ofrecido para cambiar nuestra vida… o quizá
estabas esperando a que ese momento fuera avisado con luces de neón para no
dejarlo escapar. No malgastes un segundo. Son todos igual de válidos. Las
experiencias que decidamos afrontar y disfrutar en esos momentos serán las que
además de válidos los harán especiales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario