lunes, 21 de junio de 2010

...vivir

Un segundo estás riendo, relajado, en el avión con tu pareja volando felices de inicio de vacaciones... y al segundo siguiente estás agonizando en el asiento mientras tu pareja grita, los demás llamamos a la azafata para que haga algo y un médico anónimo recorre veloz el pasillo intentando ayudar.
No es que quiera empezar con un párrafo deprimente que arruine el día y todo lo demás que se pueda escribir, ni siquiera es el relato manido de una película americana de bajo (o no tan bajo) presupuesto; es simplemente la realidad de la vida.
Muchos podemos vivir con la sensación de que vamos a durar hasta los noventa, que es poco más o menos la esperanza de vida que actualmente se proyecta en nuestra sociedad. Esto nos tranquiliza, nos hace posponer planes más “arriesgados” para cuando sea el momento. También nos hace trabajar duro porque hay que estar “listos” para el futuro, para cuando no tengamos tanta energía y en vez de aportar, necesitaremos consumir. A otros, incluso, esa visión de un final tan dilatado les lleva a la más profunda depresión por esa vida tan infeliz que sienten llevar y que parece casi infinita.
No hay que preocuparse, podemos morir dentro de media hora, un día, tal vez la semana que viene ¿de qué preocuparse?
Me equivoco, quizás si hay que preocuparse por algo, ¿cuándo vamos a empezar a vivir de verdad? ¿Cuándo tomaremos la decisión de que vivir para el mañana significa no exprimir el hoy? ¿Cuándo será el día?.
Parece que el pasajero de delante estabiliza el pulso y ya está aceptando mejor el oxígeno que le están suministrando. La cara de su acompañante comienza a tener color de nuevo. El resto del avión parece que va retomando los diálogos que se habían cortado abruptamente hace unos quince minutos; interminables quince minutos.
Seguro que a todos nos tocaba vivir la experiencia y por eso nos llevaron juntos a diez mil metros de altura para que ninguno pudiera mirar para otro lado y escapar, como hacemos a menudo cuando pisamos tierra firme.
Aún quedan cuarenta minutos para aterrizar. Tiempo más que suficiente para decidir cuándo empezaré a vivir sin miedo a nada que no sea una amenaza real, a nada provocado por el miedo de una sociedad que olvidó hace tiempo vivir y disfrutar  cada día como si fuera el último.

2 comentarios: