Cien veces recordando que lo
hacía sólo por mí. Tantos otros momentos de felicidad pensando que quizá lo hacía
también por los demás. Un centenar de miradas hacia adelante y tantas otras
recordando hacia atrás. Diez decenas de ilusiones puestas en negro para
poderlas compartir en un mar donde no sólo los grandes patrones pueden navegar.
Cien que empezó con un uno decidiendo como siempre ¿Cómo se tendrá que llamar?
Centenario que no predice una muerte que se acerca sino poco menos que una
joven pubertad. Cien reflejos de escritores, filósofos y profetas que no
dejaron más que un deseo de un aprendiz de barrio del Sur. Muchas maneras de
decir que sigo creyendo en creer y que no me convence rendirme ni de mí ni de
nadie más. Cien pasos en una montaña que vista ahora desde aquí descubre su
verdadero cometido, mostrarme que hay muchas montañas cercanas a las que
todavía llegar. Cien y cien y algunos miles de agradecimientos a esas personas
que un día decidieron leer lo que un loco, sin miedo como todos los locos, se
atrevía a gritar. Número que no significan nada salvo la marca que dejan en ese
paseo por los miedos, las esperanzas y los sueños que quedaron marcados en ese parque que se ve
desde la puerta de atrás. Un canijo y dos barriletes puestos en fila esperándome
para hablar y hablar y hablar sin parar. Cien deseos de extender un solo y
único estado de felicidad. El post número 100 de esas vueltas a la cabecita
loca de uno al que olvidaron despertar a la realidad.
Y que cumplas muchos más, y así nos seguirás haciendo felices.
ResponderEliminarGracias.