sábado, 12 de noviembre de 2011

...paseo por el futuro (I)


                En el futuro las cosas no funcionaban como él había soñado. Nadie aún viajaba en el tiempo, lo que le daba a entender que su descubrimiento fue algo excepcional, pero que no tuvo continuidad, y eso instintivamente le ponía en alerta. ¿Y si acaso significaba que ese viaje nunca tendría retorno? Además, estaba claro que no podría comentar su descubrimiento en esa época pues si lo compartía podría significar una auténtica invasión de personas del futuro en el pasado, y quizá un cambio anterior a su nacimiento podría provocar  consecuencias fatales para su persona y el curso de la humanidad. Sería terrible para el pasado, su presente, si las formas de actuar que estaba viendo se imponían tantos años atrás, podrían generar una auténtica guerra mundial. El cambio conceptual era sideral.  En el futuro no había dioses a los que adorar. Según le decía un niño (no le preguntaba a los de su edad para no levantar sospechas por su ignorancia sobre cosas tan evidentes) todos los dioses fueron tan utilizados que los más poderosos adquirieron su fuerza y posición social a través de ellos, y eso derivó a que la mayoría de las personas perdieran toda su fe en que les pudiera amparar y en que esos dioses fueran dioses de todos los seres de la tierra. Cuando los más poderosos vieron que el miedo de la doctrina no tenía efecto, decidieron olvidarlos para siempre. Nació una nueva generación donde no se hablaba de dioses, tan solo de conciencia. Existía el convencimiento de que una energía vital era común a todos los seres que habitaban el planeta, y también al planeta mismo y todas las galaxias. Una energía que nació de la gran explosión, dio origen al universo y aún sigue expandiéndose por la infinidad del espacio vacío. Esta conciencia conectaba a las personas que siempre tendían a encontrar las similitudes entre ellos antes que las diferencias. Se había pasado a un estado donde las personas vivían entrelazadas en la energía mientras que las diferencias, provocadas por la grandeza de un desarrollo desde pequeños libre de limitaciones y miedos, se entendían como dones particulares que las personas empleaban con el objetivo de favorecer a la comunidad. Era la única forma de sentir que esa energía especialmente empleada por cada uno les era devuelta a su ser mediante la gratitud de todos. (Continuará)

fotografía de todohumor.com

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