
El marco con la foto de ella aún quedaba cerca, pero esos ojos azules y ese vestido rojo miraban hacia la pared. No se atrevía a guardarlo en el cajón, por si fuera cierto aquello de que los tesoros más valiosos son aquellos que al guardar, al dejarlos de disfrutar, pierden todo su valor. Tampoco podía mirarla cara a cara.... todavía no.
Recordaba buenos tiempo, entre calada y calada, y se preguntaba por qué si recordaba lo bueno le venía un sabor tan amargo. Era el gusto de lo perdido, de ese caramelo deseado que nunca llega tras el postre, de ese helado que termina en el momento que más lo saboreas, de ese amor destrozado por un sueño.
Noche de sombras y humedad. Oscuridad sin misterio, madrugada sin hadas. Dolor perenne mientras la efímera vida de un cigarro se agota. Vida sin recompensa.
fotografia de sociedadpoetasanonimos.blogspot.com
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