sábado, 18 de septiembre de 2010

...paz interior

Ayer te dije de nuevo todo aquello que siento y sé que es duro de recibir. Posiblemente me viste nervioso, me temblaba la voz. Yo podía notar mi pulso acelerado y mi corazón bombeando con fuerza, pero mi mente estaba serena y mi estómago relajado. Me decía a mí mismo “sigue adelante, estás consiguiendo que salga directamente de tu corazón, estás consiguiendo que tu mente no interfiera, es lo menos que debes hacer por ella”. No fue doloroso, y tengo que confesarte que otras veces sí lo fue; pero algo ha cambiado en mí. He destilado emociones, evaporado dolores y fundido sufrimientos. De toda esa alquimia ha nacido energía. Una energía renovada y sincera que se emplea, generosa, en un fin tan noble como decirte todo aquello que yo quería decir pero, sobre todo, que tu necesitabas escuchar.  Tu mirada, falta de sorpresa pero con gesto de negación, me viene a confirmar que tu alma lo entiende pero tu mente no.
La verdad es que me cuesta prometerte que no te lo repetiré, porque me importas demasiado. Uno no puede ver estrellarse algo que tanto  ha querido  y quedarse tan tranquilo… yo al menos no puedo. Sin embargo sabes que me prometí que sería la última, y eso intentaré. Es la primera vez que tengo esta paz interior, y no lo interpreto como una desconexión, como un alejamiento. Prefiero interpretarlo como que estoy más cercano que nunca, que te siento latir, que veo en ti mis virtudes y mis defectos, que somos uno solo. Una paz interior dando indicios de de conciencia, de amor, de tolerancia… y por qué no decirlo, de un poco de melancolía. 

2 comentarios:

  1. Eres todo pasión y que bien que encuentres en la escritura un canal por el que convertirlo en palabras y hacerlas volar al viento.
    Adelante
    Mercedes

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