
Cansado y pensando cuántas veces nos empeñamos en sostener que todo pasa a nuestro alrededor, cuando la mayoría de las veces todo se mueve a una velocidad mucho más lenta que nosotros. Veo mi faro al final. Aquel donde enfoco mi mirada y mi vida cada vez que necesito encontrarme, aquel que tras alegrías o tristezas, tras aventuras o tedios acaba volviéndome a la única realidad. El paso del tiempo es un regalo, la sensación de que pasa una condena. Los días que se viven sin sentir que pasaron, una bendición tan escasa como nuestra propia mísera existencia. Una vez más llegué sin darme cuenta de que iba viniendo, sin darme cuenta del camino...una oportunidad más perdida de reconocer que vivía y no soñaba. Ahora si puedo ser plenamente consciente, y soñar.
Fotografia de franciscoacuyo.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario