lunes, 22 de noviembre de 2010

...el cuento de Burtak

Hola, me llamo Burtak. Quiere decir “anillo de luz” porque según me contó mi madre, cuando nací el cielo estaba despejado y la luna, que momentos antes lo iluminaba todo, se fue apagando hasta sólo quedar un luminoso anillo alrededor de ella.  Dentro de poco voy a cumplir ocho años, y como es tradición en nuestro poblado, debo preparar un cuento que explique mi vida. Este cuento deberá ir creciendo cada cuatro años y será finalmente la historia de mi vida, la que contaré a mis hijos y nietos como yo he conocido la de mis padres y mis abuelos.
Aún no sé qué soy,  aunque yo creo que soy un futuro cazador y guerrero. Mi padre fue cazador  y también mi abuelo, y dicen en la tribu que eso es algo que pasa de generación en generación, pero aún es pronto para saberlo. Mi madre me ha dicho que llegará un momento donde se descubrirá el enigma, en ese momento mi mirada dirá si la naturaleza decidió que yo también siga la tradición de mi padre. Creo que es cierto. Cuando me fijo en la mirada de mi padre veo cosas que otros hombres del poblado no tienen. No necesita levantar la voz ni hacer gestos para que todos le escuchen o para que le sigan. Aunque somos un pueblo pacífico, algunas de las historias que oímos del pasado hablan de fuertes batallas donde nuestros guerreros consiguieron mantenernos con vida y conseguir el respeto de los demás poblados y de su gente.
Mientras llega ese momento, mis días son parecidos. Me levanto por la mañana y saludamos al sol. Agradecemos el calor que nos proporciona y que haga crecer a todos los seres de la naturaleza. Salimos de la tienda, cerramos los ojos, miramos hacia arriba y le sonreímos. Después de eso comemos algo y voy a por agua. Tengo que andar mucho tiempo para llegar al pozo de donde la conseguimos, pero es un camino divertido, sorteando árboles y animales del bosque, y siempre vamos varios niños y una o dos madres que cuidan de todos. Aunque jugamos y reímos, los mayores no nos dejan entretenernos demasiado ni cansarnos con carreras porque saben que la vuelta es dura, cargados con las tinajas de agua,  y nos costaría mucho llegar.
A la vuelta, el sol está en todo lo alto del cielo, mi padre llega de cazar y comemos todos juntos. Es un momento divertido para mí. La cabaña está fresca aunque fuera hace calor, tomamos agua con caña de azúcar y mi abuelo siempre cuenta las mismas historias, divertidas y espectaculares de sus grandes hazañas de guerrero, algunas de las cuales yo creo que son inventadas, porque mi padre lo mira con cara extraña cuando las va contando en voz alta, casi representando la escena con sus manos, aunque no le dice nada porque es una persona mayor y sabia, y en el poblado, estas son las personas más admiradas y queridas.
Después de comer todos juntos, los niños vamos al interior del bosque con algunos de los hombres de la tribu. Nos enseñan a marcar el rastro en una caza, a conocer que plantas no podemos comer ni aunque tengamos mucha hambre, y cómo respetar a los animales y plantas que nos rodean, sobre todo si los hemos tenido que cazar o recolectar para darnos alimento a todos nosotros.  Cuando sea mayor, me gustaría enseñar a otros niños de la tribu todos estos secretos, pero antes deberé aprender bien, y conocer finalmente mi sitio en la tribu.
Cuando cae el sol y la luna aparece el poblado entero se reúne y comparte alimentos conseguidos en el día. Unos se comen entre todos, mientras unos y otros van contando historias de lo sucedido en el día o de las noticias que llegan de otros poblados, y otros se guardan para la comida de mañana. Todos los jóvenes esperamos que haya noche sin luna, porque entonces encendemos una hoguera y después de comer, hombres y mujeres se ponen máscaras y diferentes ropajes y escenifican historias que forman parte de los cuentos de la vida de otros miembros del poblado… algunos aún vivos, y otros que se fueron a fundirse de nuevo con el bosque y el universo pero que siguen quedando entre nosotros a través de ese cuento que comenzaron, como yo, cuando tenían ocho años. Cuando añada más cosas a este cuento, os lo sigo contando.

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