jueves, 11 de noviembre de 2010

...poesía

Ayer me regalaron un libro de poesía. Hacía años que no leía uno. Ser "de prosa" no es una actitud, sino una elección, o quizá la conciencia de donde están tus fronteras, al menos las actuales. De todas maneras, que fantástica es la posibilidad de que existan ambas.
La prosa no es acomodada, tiene rectas interminables que te relajan o te absorben, pero también giros cerrados que te hacen pisar a fondo el freno y de nuevo acelerar con determinación. La continuidad no implica cobardía, sino todo lo contrario. Se enfrenta a pecho descubierto a la hoja blanca interminable con el desafío de rellenarla transmitiendo emoción. Pero hoy hablo de poesía.
La poesía es la discontinuidad en el texto a cambio de tenerte permanentemente agarrado el corazón. Son picos escarpados y valles profundos a ritmo de una respiración. Hay que tender puentes y encontrar atajos para no caer en sus desfiladeros de líneas abruptas y cortadas por una estructura definida, a veces, con la propia indefinición. Es el juego de tu mente y de tu corazón, el dialogo entre ellos buscando sumergirse en ese sendero de tinta negra para emerger en la mente del escritor, para encontrar sus razones, sus sentidos, la piedra filosofal de su imaginación.
 La poesía es juguetona, burlesca, se ríe de tí y sólo conecta si le abres tu interior; sino se vuelve arisca y seria y pasa de puntillas por delante de tu casa, dejándote impasible y con la sensación de que no será nunca más tu elección.
La poesía es ancestral, prehistórica, mántrica y visceral. Es el ritmo que sincroniza una parte de tu vida, la oración de la mañana de un modesto predicador. Es el jugo para la memoria, el abrelatas de las emociones de antepasados y de nuestros nietos, de todos aquellos que decidan que quieren ser hermanos de su yo interior.
La poesía, en resumen, decidió no contar historias que provocaran risas y lágrimas, y optó directamente por imprimir las lágrimas en el papel, y dejarlas secar al calor de las sonrisas más sinceras, no provoca emociones, es la pura emoción.

Felicidades sr. Parra por su primer libro de poesía a la edad de jubilación. Gracias por compartir sus sonrisas y sus lágrimas.

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