miércoles, 8 de diciembre de 2010

...humedad

Hoy leía en el blog de una amiga (Merche) que no andaba demasiado inspirada y que no siempre conseguía convencer al guardián de sus sentimientos más profundos para entrar, remover algunos, y sacarlos al exterior. Yo le decía que quizá sea normal no poder desparramarlos en un papel cada día, mostrar a pecho descubierto lo más duro, aquello que nos provoca dolor con un sólo recuerdo, que a veces incluso nos avergüenza y nos deja indefensos; aunque le sepamos dar el envoltorio de una desgarradora historia. Es como toda novela de vampiros, donde uno esta a salvo en su casa mientras no "invite" al vampiro a entrar en ella. Sacar todas esas emociones y compartirlas no es más que abrir la puerta de las estancias más secretas del castillo de nuestra personalidad, y dejar que cualquiera entre y eche un vistazo en las estanterías y alacenas.
Musgo (Puede tener derechos de autor)
Pero no es menos cierto que dejar las puertas cerradas para siempre enmohece el interior, lo enquista y crea un ecosistema lúgubre, irrespirable, caldo de cultivo de problemas mayores. No hay nada peor que encerrar ese lado oscuro. Los helechos de dolor crecen alimentados por el temor, y van ganando terreno a la esperanza y la alegría. Resquebrajan los muros y acceden a otras estancias más secas, más soleadas y sanas... pudriéndolo todo. Nos llevan lentamente a la derrota ante la plaga más letal, la de nuestros propios fantasmas.
Todos tenemos esas habitaciones dentro de nosotros. No sirve de nada mirar para otro lado. Tampoco lógicamente podemos sentirnos orgullosos de ellas. Sólo debemos encontrar el momento oportuno y antes de que sintamos que la humedad comienza a mojar las paredes y las esquinas a albergar los primeros cercos de moho, dediquemos el tiempo necesario para que la luz del exterior conecte con nosotros. Que la esperanza entre limpiándolo todo,el presente ventile todo pasado húmedo y la humildad pinte de nuevo ese cuarto tan oscuro. Después de esto, la ilusión abrirá ventanas por las que nuestro corazón, poco a poco, vaya estableciendo nuevos lazos, aceptando como fuimos, lo que vivimos,  lo que sufrimos y aún nos da miedo, pero mostrando una nueva realidad, más tibia y con más armonía. Una realidad presente que debe hacernos poder vivir en paz con nosotros mismos... y felices.

2 comentarios:

  1. Hola Luis,
    Me gusta ver que de algo escrito por mi te hayas isnpirado tanto y hayas sacado conclusiones tan inspiradas e interesantes...
    Veo que entiendes que esconder esas partes oscuras no lleva a nada...más que a quedarse petrificado.... pero aún lo has llevado más allá al proponer dedicarle tiempo y humildad.
    Veo que el blog tiene cada vez más seguidores y comentarios.
    Muchas felicidades.
    Si estás el 9 de abril por Barcelona yo iré a una congregación de 200 escritores (Vilapoética).
    Un abrazo
    Merche

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  2. Cada día me doy más cuenta leyendo al becerro este y viendo lo que comenta la gente que como me dice mi madre, soy un trozo de carne bautizado. Joder, nunca me he parado a pensar estas cosas. Quizás abandere algún día la bandera del simplismo, o quizás, en otra vida, me atormente o apasione hacer cruceros metafísicos con otras almas en constante movimiento. Nunca se sabe, pero una cosa es cierta, disfrutemos lo tangible (como una cerveza bien fría) que tampoco es pecado.

    P.D.: killo, menos escribir y a ver si te enchufas ya al padel.

    Javi.

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