martes, 18 de enero de 2011

...como estos putos rojos

Hoy estaba en el aeropuerto, tomando un café mientras llegaba la hora de que mi avión despegase y no pude evitar durante unos segundos llevar mi atención a la mesa que estaba frente a mí.
Allí dos hombres enchaquetados y encorbatados se acababan de sentar. Maletines de diseño, tarjetas de ser clientes VIPs en el Ave y en el avión, dispuestos también por lo que vi posteriormente a realizar un vuelo transatlántico. Tras dos sorbos de café y dos comentarios triviales sobre algo relacionado con las ventas y la cantidad de personal, una mención a unas variaciones en la ley de igualdad… o una similar que creaba ciertas nuevas condiciones favorecedoras para la entrada de la mujer en el mundo laboral y un segundo después uno comenzaba su frase diciendo “como estos putos rojos….” Refiriéndose, lógicamente, al partido del gobierno.
Os garantizo que a partir de ahí prácticamente no presté atención a las palabras, pues tampoco la distancia lo permitía, y además ellos, entrando en esos términos de conversación, hicieron esfuerzos para bajar la voz lo necesario para no crear demasiado alboroto. Pero las palabras en ese momento no eran lo importante.
Lo que de verdad me sorprendió fue el tono, el odio que desprendían sus gestos, el resentimiento, la ira. Esa ira que parecía contenida, confinada en lo más adentro de una vida frustrada y que ahora se lanzaba, se escupía para al menos impedirla que no siguiera comiendo, bocado a bocado, todo el interior.
Yo pensaba, “hombre, no seré yo el que defienda la gestión del gobierno, con lo que me toca y con lo que ha tocado a los que tengo cerca, pero precisamente estos señores no acabo de verlos pasando penurias a fin de mes… es algo muchísimo anterior, es un veneno que ha ido madurando lentamente. Sin duda, si fuera vino podrían estar vendiendo un gran reserva”. Me decía.
¿Es necesario? ¿Es este comportamiento lo mejor que el ser humano lo puede hacer? ¿Se va a reducir todo a una polaridad donde si no consigo ser yo el que domine, debo hacer todo por criticar y regar con mi ira al que me domina? ¿Debemos renunciar a la armonía para siempre?
Por favor, despertemos. Y no lo digo como si fuera importante, no. Simplemente nos va la vida en ello. El ser humano no aprende de su historia y estamos de nuevo enfrentándonos a una época de crispación que en otras ocasiones ha provocado situaciones de las que nos hemos arrepentido para siempre. Algunas de ellas tuvieron como conclusión la muerte de millones (sí, millones) de personas en un lapso muy breve de tiempo. Estamos más cerca de eso de nuevo de lo que lo hemos estado en los últimos sesenta años. Necesitamos tener conciencia de que todos estamos en un mismo barco, todos debemos colocarnos donde seamos más útiles (no donde nos dé más beneficio o pisoteemos mas al que no nos cae del todo bien) y debemos difundir un nuevo espíritu de colaboración, de liderazgo basado en el ser humano y no en la posición social. Basado en la abundancia interior que en ocasiones conlleva una falta de necesidad de lo que puedo comprar en el exterior. Hoy en día los doctores del alma son más necesarios que los del cuerpo o los de la mente y esos doctores no necesitan titulación universitaria, tan sólo conciencia, compromiso y respeto. Ah sí… y no desfallecer ante tantas visiones como ésta de hoy. 

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