lunes, 9 de mayo de 2011

...medita

Si no lo haces aún, hoy te invito a que consideres la idea de hacer meditación. A priori, si no has profundizado un poco en lo que representa, se suele ver a la meditación como una suerte de arte exotérico que solo practican adecuadamente monjes en amplias túnicas y parajes montañosos.  Nada más lejos de la realidad. Su simplicidad y naturalidad es en muchas ocasiones uno de los principales motivos para no mantener el hábito de hacerla, pues esos preconceptos nos llevan a comparar lo que nos ocurre mientras lo hacemos con lo que pensábamos que nos iba a pasar si lo hacíamos, y nos sentimos desanimados. La meditación solo tiene un objetivo, el reencuentro.
Cuando consigues calmar esa corriente de pensamientos que corre en cascada por tu cabeza te reencuentras con los dos aspectos fundamentales de la vida: el presente y tú mismo.  Ese es el mayor regalo que te puede ofrecer, si lo sabes valorar en su justa medida.
Sólo tienes que sentarte en una postura cómoda, pero no excesivamente (sentado, espalda derecha y erguida, cuello recto y sin apoyar la cabeza en nada para mantener bien despierta nuestra atención), no estamos haciendo técnicas de relajación, aunque la meditación en sí nos la pueda provocar, pero si caemos en una relajación excesiva podemos estar en nuestro cerebro en niveles cercanos a las ondas del sueño y ahí nos volvemos a despedir de nuestra realidad más profunda y también del presente… comenzamos a soñar.
El objetivo es conseguir “vivir” el momento presente sin que los pensamientos nos lleven al futuro de lo que tengo que hacer, lo que me gustaría conseguir, lo que me asusta para enfrentar; ni tampoco nos devuelvan a un pasado de momentos buenos anhelados y otros insatisfactorios y que forjaron nuestros temores. Concentrate en observar la respiración. Cuando vivo el presente, cuando el tiempo psicológico se enmudece y queda en calma, los problemas no existen, y consigues observar a ese ser humano que  en la batalla diaria se ve conquistado por la corriente de pensamientos y emociones, dejándolo a la deriva. Consigues observarte a ti mismo como quién mira un autorretrato, y ese desapego es el que trae la calma y le da perspectiva a muchas situaciones que antes parecían problemas insalvables.
Si no lo hiciste, hazlo. Pero por favor, no lo intentes. “Intentar” no existe. O lo haces, o no lo haces.


Fotografia de: es.paperblog.com 

2 comentarios:

  1. Me encanta esta entrada Luisma, tengo la gran fortuna de practicar meditación desde hace tres años, las circunstancias de la vida me llevaron a ella, y ahora es algo de lo que no puedo prescindir. Se lo recomiento a todo el mundo.
    Enhorabuena.

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  2. Gracias niño. Llevo mucho tiempo queriendo hablar contigo sobre esto. Yo llevo poco menos de un año y creo además que tú tienes muchos más conocimientos que yo. Realmente yo no busco nada más, pero compartir contigo experiencias seguro que me será enriquecedor.

    Un abrazo.

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