lunes, 4 de abril de 2011

... es muy cómodo

Es cómodo pensar que otro tiene que solucionarme mis problemas. Uf, ¡qué descanso! Sólo es necesario ir cada cuatro años a una pequeña cámara cerrada, coger un papel (en muchos casos prácticamente al azar porque tampoco nos importa demasiado leer esos aburridos papeles donde esos señores ponen lo que en teoría harán si ganan) y meterlo en una urna de metacrilato.
Después de eso, poco más, alegrarme si el que salió finalmente es el mismo que yo puse en el sobre (no por nada demasiado concreto... básicamente porque a todos nos gusta ganar en algo, y esto es como una pequeña lotería... sin regalo, eso si), o enfadarme brevemente si no predije al vencedor... y esperar.
Sí, esperar, porque ese señor es el responsable de mi felicidad. Todo lo que me pasa es por su culpa. Si no tengo trabajo, si mi trabajo no está muy bien pagado, si ahora con ese sueldo no puedo viajar, o si están quitándome de fumar en mi bar preferido. Todo lo que me pasa es culpa suya. ¿Yo? pobre de mi. ¿Qué puedo hacer yo? Si soy sólo una hormiguita, yo nada puedo hacer. Estoy a la merced de ellos. Sí, es realmente cómodo.
¿Nos ponen fácil hacer algo diferente? Pues está claro que no. Es cierto que desde pequeños nos han condicionado para que los éxitos sean puramente nuestros, y los fracasos culpa del de al lado. No hay más que ver a cualquier persona que tiene un tropezón por la calle (y se ha realizado como experimento), lo primero que hace es mirar si hay alguien cerca a quién culpar de la situación. Cuando lo encuentra, se queja, dice que podría avisarle, si tiene ropa de construcción le dice que si él es el responsable de arreglarlo, si la ropa tiene siglas de una empresa colaboradora del ayuntamiento dice que la culpa es del gobierno que no destina dinero a esas cosas importantes. Si por el contrario no pones a nadie cerca de la escena; el señor mira atrás, ve el socavón, se ríe de su torpeza y sigue andando.
Esto nos pasa en todos los ámbitos de la vida. Es más sencillo ceder la responsabilidad de nuestras vidas a otros que a nosotros mismos, es muchísimo más sencillo vivir en la miseria quejándose de la incompetencia de otros, que tomar la decisión de revelarnos contra ella y trabajar al máximo por superarla, sabiendo que podremos errar muchas veces y tendremos que levantarnos y seguir... y que todo será responsabilidad nuestra.
Si se demuestra que es posible mantener nuestra libertad, nuestra más básica capacidad de elegir cómo nos puede afectar cualquier cosa, desde un cumpleaños a una estancia en un campo de concentración, ¿cómo podemos renunciar a la libertad que conlleva la responsabilidad de nuestras vidas? ¿De verdad es eso todo a lo que aspiro como persona? ¿Quedarme sentado quejándome en el sofá? Es cómodo, pero tengo que decirte que no es real. Tú eres el único responsable.

(fotografia de friki.net)

2 comentarios:

  1. ¡He dicho!, jejeje! ;-) Enhorabuena, pero seguro que muchos/as seguirán pensando lo mismo: culpar a los demás de sus propias incapacidades, miserias... ¡Qué me lo den todo hecho, por favor, y si va con un cervecita gratis, mejor! Comodidad es una palabra que define bien a gran parte de la especie humana. Saludetes

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  2. Verdades como puños. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Me sienta fatal escuchar a la gente criticar y no hacer nada, pero es que luego me doy cuenta que yo también lo hago a veces y me sienta peor. Habrá que hacer algo por remediarlo.

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