domingo, 4 de abril de 2010

...Libertad de elegir

¿A quién le queda energía tras catorce horas de trabajo?. A mí, la verdad que no demasiada. Posiblemente si al día siguiente no esperara tener otras catorce horas más, me animaría a escribir algo, salir a cenar, leer....
Otras veces pienso que ese mañana, el de los compromisos, el trabajo, las obligaciones, no puede condicionar la parte del descanso del hoy, ni tampoco la parte de la diversión y lo que llena el espíritu.
Me imagino a la persona más feliz del mundo realizando un trabajo durante 12, 14 horas cada día, y creo que tras un período de tiempo también sentirá que algo falla en la ecuación personal de su vida.
Sobre todo, porque el trabajo lleva implícita una falta de libertad, no controlamos el cuándo ni el cuánto, es el propio trabajo el que llega a tener el control en la mayoría de los casos. 
Tener el control de tu vida, de tu libertad, de tu posibilidad de tomar decisiones es la clave de la armonía personal.
El hombre, en cuerpo y espíritu, nació libre y sólo puede mantener el estado mental y espiritual en armonía cuando la falta de libertad en sí misma es una decisión tomada libremente, manteniéndose al menos la libertad de elección en búsqueda de otro objetivo vital.

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