Ya no recordaba la prisa porque el dolor se fuera. La sensación de que un día parado es un día perdido que no siempre se puede recuperar. Pero el cuerpo, como antes, como casi siempre, sigue doliendo; avisando que esta vez, tampoco lo va a poner fácil.
Esta vez no pelearé contra él, pero por supuesto, tampoco me rendiré. Somos socios y estamos juntos en esto. Yo escucharé lo que me diga, sabiendo que es como es, que no puede evitarlo, que tampoco tiene nada contra mí.
Nada de golpes encima de la mesa, nada de gritos. Intentaré que todo sea una voz cálida y firme. La voz del amigo que te quita la indecisión y que te hace ver que los dos estáis juntos en esto, que es duro sucumbir, pero más aún que quien confía en ti deba rendirse por tu culpa. Amigo mío, sigamos juntos un paso más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario